Noria
- zaze000
- 29 sept 2022
- 1 Min. de lectura
Hace mucho que no nos vemos, el tiempo no vence al dolor, solo me templa en su acero camino buscándote o solo arrastro mi vertedero, hablan con soberbia de superar la muerte cuando de ella ni han sido su huésped, vacías palabras de un mundo siniestro, ausente de tacto, perforado por lo macabra, un día se equivocarán, recitando sus aforismos y mi katana esparcirá su sangre, por el vacío de sus abismos.
Hoy es otro día que la letra frena a la violencia, por mi sangre solo siento efervescencia, en vuestros gestos se denota condescendencia, vivo en la cadena perpetua de la ira, sin que mis labios pronuncien, son mis neuronas con sus neuras las que maquinan, tantos sentimientos que por mis poros oscilan que lo único que supero es de la asfixia su duodécima gira, no hay pacientes a reanimar, cuando del sujeto yace su cadáver flotando sobre el mar, flores marchitas inundan este carnaval, no busques testigos en los que derramar, la Luna llena no está, telepatía con el viento pues la ciudad gobernada por la oscuridad vuelve a estar.
Llueve sobre mojado, sueño con mi sombra desfigurándose por ese acantilado,
torrentes de vida que acaban con la muerte, luces de neón, en busca de algún superviviente, nace bajo la tierra, devenir permanente, mis puños rompen la caja, mi cara llena, de sangre caliente, otro día más, en mi cápsula del tiempo, los pies descalzos, ojos latentes, sediento mi aliento, buscando agua, buceando sin pulmones, en las arenas movedizas, de este desierto, avisté a la muerte, pero solo eran mis paredes, de las que había hecho su hogar, mi cerebro y su ariete.
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