zəhər

Vuelvo al desencuentro, después de decenas de varios terremotos en mi epicentro, cabo fosas en mi barco, aunque navegue lento, soy barco a la deriva, y me quiero ahogar sin subterfugios, mar adentro. Echaba de menos nadar, en este desvarío existencial, sentir mis uñas sobre la córnea girar, esclavo de mis pulmones tétricos, en mi paraíso resbalo sobre mi sangre marcando el ritmo de este baile troposférico, solo a la muerte le dejo entrada, en mi teleférico a cambio de que fluya por ella para construir ramas, en mi árbol psicodélico. Reencuentros sobre este desencuentro en el que me siento vivo, jugando con la muerte, solo así mi interior encuentro, no lo siento, a pesar de que suene cruento, los grillos cantan de noche, vuelvo a mi burbuja, entre las líneas del tiempo no me desconcentro, francotirador del barro, adentro sin lamentos, en el tiempo de descuento, cualquier hueco para fusilar sin miramientos, desquebrajo rimas, cortando el viento, sin aspavientos, con convencimiento del armamento que dispongo entre sílabas, fragmentadas en filamentos, no callo, aumento de la sangre su pigmento, crónicas paranormales de enfrentamientos, entre vocales disparo, permanezco atento, la saliba como cemento que fermento sin aliento, caliento las sábanas de mi aislamiento, no me ausento del acento de mis cimientos, más bien frecuento, incruento mi destierro para verme entre luces y sombras, desgajándome desde el asiento de un grasiento aparcamiento.